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miércoles, 24 de noviembre de 2010

Los extraños vecinos

LOS EXTRAÑOS VECINOS,  por Paula Rey

Hace unas semanas que vino a vivir a mi barrio una familia un tanto ``rarita´´.
Tenían una hija mayor, de 15 ó 16 años, y un hijo pequeño (bueno, más o menos de mi edad),  que se llamaba Diego.
En primer lugar, os contaré por qué he dicho antes eso de ``rarita´´ y es que no me digáis a mí que se puede estar en pleno invierno con la luz de la casa apagada y las ventanas abiertas de par en par.
Esto ya me hizo a mi pensar que algo raro pasaba, a si que cogí los prismáticos del armarioy me puse, manos a la obra, a investigar :
Lo primero que vi me dejó un poco mosqueada, no me parecía ni medio normal que, en vez de comer en platos con sus cubiertos, ponían en la mesa unos cuencos con un``liquidito rojo´´que se bebían; pero lo chocante no era que bebieran eso, lo raro era que siempre comían y cenaban lo mismo.

Lo segundo que obsevé era que toda la familia tenían un tono blanquecino como la cal, parecía que no hubiesen visto el sol en su vida, y por si esto fuese poco también lucían unas ``peciosas´´ ojeras que les llegaban hasta los talones. ¡Vamos, como si no pegaran ojo ninguna noche! Resumiendo, que tenían una pinta de enfermos...

Imaginaos mi cara de sorpresa cuando al día siguiente ví a Diego en mi cole, y,lo mejor de todo era que venía a mi misma clase. Como buena compañera que soy, fui a presentarme y le dije que además de compañeros también éramos vecinos y Diego me dijo que ya lo sabía, que me había visto algunas veces en la ventana y algo me decía que sabía por qué.
Ese mismo día por la noche me puse a mirar otra vez a los vecinos, y no estoy muy segura, pero me pareció que una oscura sombra salía por la ventana de la buhardilla. No me hagáis mucho caso porque estaba muerta de sueño.
A la mañana siguiente, Diego me vio y vino como una flecha, me preguntó por qué narices miraba tanto su casa; si quería información de primera mano, que dejara abierta la ventana de mi habitación una noche. Dicho esto, me guiñó un ojo y luego se fue.
Después de esta bochornosa situación, como comprenderéis y atendiendo por una vez al sentido común, decidí dejar de lado mi hobby de espía y no meter las narices en la vida de mis vecinos, ``no sea que una mañana me levante con dos sospechosas marcas en el cuello´´.

FIN                              

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